John Napier, barón de Merchiston; Merchiston Castle, Escocia, 1550-id.,
1617) Matemático y teólogo escocés. Protestante convencido, criticó
enconadamente a la Iglesia católica y abogó por la persecución de
“papístas, ateos y neutrales” en una carta dirigida al rey, Jacobo I, en
la que le dedicaba su obra teológica A plaine Discovery of the whole Revelation of Saint John.
A pesar de la notoriedad que le procuraron las más de treinta ediciones
de dicha obra, el nombre de Napier había de quedar por siempre ligado
al desarrollo de los logaritmos, un método matemático ideado con el
objeto de simplificar el cálculo numérico que iba a ejercer una enorme
influencia en todos los campos de la matemática aplicada. Napier tardó
algo más de veinte años en madurar sus ideas iniciales, que publicó
finalmente en 1614. Poco después, el matemático inglés Henry Briggs se
desplazó a Escocia y convenció a Napier para modificar la escala inicial
usada por éste; nacieron así los logaritmos de base 10, forma en la que
se impusieron en toda Europa.
En 1563 entró en la Universidad de St. Andrews, que
abandonó cuatro o cinco años después (sin haber conseguido la
licenciatura) para emprender un viaje de instrucción por Europa,
deteniéndose sobre todo en Alemania y Países Bajos. Vuelto a su patria
en 1581, compartió desde entonces su vida entre los estudios, la
administración de su patrimonio y los cargos públicos; estos últimos
consistieron principalmente en participar en varias delegaciones
protestantes enviadas por el rey en busca de apoyo en la lucha contra
los católicos.
Vigorosa expresión de esta actitud suya en la
lucha religiosa de su tiempo es su obra (publicada en 1593 y traducida
después al francés, alemán y holandés) A plaine Discovery of the whole Revelation of Saint John.
Más tarde, concentrado su interés en los temas científicos, proyectó
máquinas de guerra con vistas a la defensa de la isla británica contra
Felipe II de España y sostuvo las propiedades fertilizantes de las
sales.
Pero su mayor fama la debe a su obra matemática.
Proponiéndose especialmente facilitar las operaciones matemáticas, John
Napier inventó los logaritmos (encaminados sobre todo a aliviar el
difícil trabajo de los cálculos astronómicos), que dio a conocer en 1614
con el tratado Mirifici logarithmorum canonis descriptio, fruto
de un estudio de veinte años. La obra aportó una contribución
notabilísima a la simplificación de todos los cálculos; la invención de
los logaritmos tiene una importancia que puede ser comparada con la
invención de la trigonometría y tal vez superior.
Con los "números artificiales" que introdujo en
la ciencia, llamándolos "logaritmos" según el neologismo introducido
también por él, Napier redujo todas las operaciones a la suma y a la
sustracción. Ya Arquímedes, en la Arenaria, había enunciado una
proposición que hoy puede ser expresada diciendo que el producto de dos
potencias que tienen por base diez es igual a diez elevado a una
potencia que es la suma de los exponentes de dos factores con base diez.
Según parece, Napier quiso extender a exponentes no enteros y positivos
aquella proposición de Arquímedes. Para ello Napier tenía que admitir
que cualquier número puede ser considerado como una potencia de diez con
tal de que su exponente sea escogido de conveniente manera. El
hipotético exponente que hay que asignar al número para tener un número
cualquiera es lo que se llama logaritmo del número.
El teorema fundamental de la teoría de Napier debía
tender a demostrar que a todo número corresponde un logaritmo; sin
embargo, el matemático escocés no sólo no lo demostró, sino que ni
siquiera enunció ese "teorema de existencia". Llegó por otros caminos a
sus propias conclusiones basándose en la comparación entre dos
progresiones, geométrica una y aritmética otra, estableciendo el teorema
fundamental de la propia teoría y demostrando que si cuatro números
forman una proporción geométrica, sus logaritmos constituyen una
progresión aritmética.
Las aportaciones de Napier fueron acogidas con
entusiasmo por Edward Wright, matemático y cartógrafo, y por Henry
Briggs, profesor entonces en Londres y más tarde en Oxford; ambos,
habiendo visitado a Napier en 1615, le propusieron la creación de los
logaritmos de base 10, y el mismo Napier los calculó para los primeros
mil números, publicándolos en 1617. Napier inventó después las reglas
que llevan su nombre (expuestas en Rabdologiae seu Numerationis per virgulas libri duo,
1617). Se recuerda también a Napier en la historia de la trigonometría
por haber encontrado importantes relaciones entre los elementos de los
triángulos planos (teorema de Napier) y entre los de los triángulos
esféricos (analogías de Napier).